Tocaba visitar Marrakech. Después del día anterior que tuvimos tan intenso, entre la visita a Ait Ben Haddou y la paliza de carretera hasta Marrakech, lo suyo hubiera sido descansar. Con solo una semana de vacaciones ya descansaríamos, pero no sabíamos cuando. Íbamos a cumplir el objetivo más importante del viaje, visitar el centro Fiers et Forts. Es un centro con menores en alto riesgo de exclusión social.
Habíamos ido a Marruecos cargados con una mochila de más llena de ropa y también con más cosas repartidas por las demás mochilas que habíamos llevado. Además de dinero en efectivo para comprar medicinas. Todo esto era aportación de amigos, familiares y propia.
Preparando la visita a Fiers et Forts
Antes de visitar Marrakech debíamos hacer una parada de abastecimiento en una farmacia. Después de un desayuno para cargar pilas en el Riad Maud, cogimos el cargamento y nos dirigimos al aparcamiento donde estaba el coche de alquiler. Cuando ya lo teníamos en nuestro poder, nos dimos cuenta que tenía un pequeño golpe que sabíamos no estaba el día anterior. Elena quería hacérselo saber al personal del aparcamiento a pesar de que le dijimos que no serviría de nada. Así fue, la única respuesta del hombre que nos atendió fue encogerse de hombros y hacerse el loco.
Además descubrimos que el parquing estaba en un lugar que conocíamos de Marrakech, por lo que el día anterior hicimos los primos, pero cansados, de noche y con el GPS off line que nos daba más problemas que ayuda no pudimos hacer más.
Comprando los fármacos para Fiers et Forts
Encontramos una farmacia en la calle Ibn Khaldoun, 8 que se llamaba Maghreb, la primera que se cruzó en nuestro camino. Nos pareció igual de valida que cualquier otra, aparcamos sobre la acera en la entrada de un parquing que hay al lado. El gorrilla se puso nervioso porque veía que no sacaría nada, mientras Elena y yo nos fuimos a realizar la gestión mientras nuestro equipo nos esperaba.
La farmacia no se caracterizaba por la limpieza y el dueño y su colaborador daban la impresión de estar allí desde el descubrimiento de la penicilina. Les explicamos lo que queríamos, gastarnos unos 100€ que nos habían sobrado de la compra de la ropa con el dinero que nos donaron familiares y amigos y queríamos medicamentos infantiles.
Nos propusieron pasar al día siguiente a por ellos, pero les dijimos que no, que eran para ya, aquí empezaron a bloquearse un poco. Se cruzaron algunas frases e imaginamos que la cantidad les activó. Comenzaron a sacar medicamentos de todas partes y a agruparlos sobre el mostrador, nosotros imaginamos que llevaban un control de la cantidad, pero cuando empezaron el recuento y a sumarlos vimos que no.
La primera suma daba 260€, sobrepasaba mucho nuestro presupuesto, ojalá pudiéramos llevar todo eso. Les pedimos que lo rebajasen y les recordamos la cantidad, comenzaron a quitar algunas cosas y volvieron a repetir la operación de recuento que dio un saldo de 130€. Llevábamos 2 horas y afuera el gorrilla estaba nervioso y nuestros compañeros esperando, decidimos poner nosotros la diferencia y salir con nuestro cargamento. Nos despedimos de ellos que no nos perdonaron ni una barra de cacao después de semejante gasto.
Intentando llegar al destino
Le dimos una propina al hombre del parquing y le prometimos volver por la tarde para dejar el coche y poder visitar Marrakech, eso le gustó mucho más. Con los deberes hechos nos dirigimos hacia Tamesluht que está a unos 20 kilómetros de Marrakech. La dirección que llevábamos y que está en la web no era la del centro, si no una de un buzón postal y que ni en correos, ni nadie del pueblo conocía el centro.
Contactamos con la persona con la que siempre habíamos hablado antes de ir y ella llamó al centro, nosotros no conseguíamos hablar con ellos. Quedamos que iría una persona a buscarnos y al cabo de media hora así fue. Atravesamos el pueblo y llegamos hasta una finca en donde una vez traspasados los muros salió a recibirnos la directora Dorinne que nos agradeció de antemano nuestra visita. Si queréis ver como fue la entrega en el centro Fiers et Forts dejamos el enlace.
Después de liberarnos de tanto volumen y peso, nos alejamos del centro muy contentos por lo que acabábamos de vivir. Tras desandar los pasos antes de abandonar el pueblo vimos una especie de restaurante, pero la persona que lo regentaba nos dijo que ni se nos ocurriese comer en el pueblo. Nos recomendó parar de camino a Marrakech en una zona donde había varios.
Nos meten un palo para comer
Paramos en uno en la zona que creímos que era la que nos había dicho el hombre, más tarde pudimos comprobar que nos habíamos equivocado. Lo pagamos caro, literalmente. A la hora de abonar la cuenta y por lo que nos había costado en otros sitios vimos que se pasó con el precio. El total era de 310 dirhams por 3 platos de carne, y eso que Jaume no comió. Después de protestar diciéndole que se había sobrado nos perdonó los 10dh. Tampoco podíamos comprobar el precio en ninguna parte porque no figuraban en ningún sitio. Ante la duda preguntar.
Conseguimos visitar algo de Marrakech
Volvimos a Marrakech y dejamos el coche en el aparcamiento, 50dh la noche, donde habíamos martirizado al gorrilla de la mañana y descargamos cosas en el Riad.
Como aún disponíamos de algo de tiempo decidimos acercarnos a la Madraza Ali Ben Youssef y así visitar algo de Marrakech. Atravesamos calles y tiendas de la medina hasta la entrada. Fue la escuela coránica más grande del norte de áfrica en su momento y la arquitectura es increíble, lástima es que la luz no nos acompañase y en el patio que es donde se encuentra la zona mejor decorada de la escuela no brillaba en todo su esplendor, pero aún así disfrutamos de la visita.
A la salida un hombre nos dijo hacia donde estaban los curtidores, pero al cabo de un rato cuando le preguntamos a otro nos dijo que ya no estaban los trabajadores. Aún así se ofreció a llevarnos, pero decidimos que ir para no verlo en con actividad y sin luz no merecía la pena. No nos dio tiempo a visitar nada más de Marrakech.
Pusimos rumbo a la plaza Jemma el Fna para cenar. No nos molestamos mucho en buscar un sitio donde comer y así nos fue. Cuando ya habíamos decidido comer pizza nuestro camarero que no tenía un buen día, nos dijo que no tenían. Pedimos otros platos y de aquí nos retiramos a nuestros aposentos. Al día siguiente nos íbamos a Essaouira, ¡qué ganas!