En nuestro segundo día íbamos a visitar el Jardín de cactus de Lanzarote. La última obra que creó Cesar Manrique en su amada isla. Desde esta instalación comenzamos a descubrir el universo de este artista que puso en el mapa a Lanzarote. Antes de sus intervenciones era considerado un lugar desolado en el que solo había camellos y cabras.
Desayunamos tranquilamente en los apartamentos Tabaiba. El cielo amaneció un poco gris, pero por lo menos no hacia el viento del día anterior. Por suerte el clima fue mejorando a lo largo del día. El jardín de cactus de Lanzarote lo teníamos a unos 15 minutos por lo que en seguida llegamos.
Jardín de Cactus de Lanzarote
Se puede aparcar junto a la entrada al jardín. En taquilla aprovechamos para comprar un bono. Teníamos previsto visitar más lugares gestionados por el CACT de Lanzarote. Hay bonos de 3, 4 y 6 centros. Nosotros compramos el de 4 con esta operación nos ahorramos 6,8€ por persona. Los niños hasta 6 años entran gratis.
Como eran cerca de las 10h apenas había gente, por lo que empezamos la visita sin apenas público. A Éric y a mi (Quim) nos encantan los cactus. Íbamos haciendo fotos como locos y Éric con su cámara también.
Cesar Manrique realizó un trabajo increíble y supo darle un giro a esta antigua cantera de lapili. Este mineral lo usan los campesinos lanzaroteños para cubrir los cultivos y retener la humedad que tanto necesitan las plantas.
El contraste del negro del suelo con el verde de los cactus es precioso. Este espectacular jardín alberga 450 especies. Muchas las conocíamos y alguna nos sorprendió porque no las habíamos visto en ningún otro jardín.
Dentro del jardín de cactus hay un restaurante en donde poder tomar algo fresquito. Aproveché para subir a la parte más alta donde se encuentra uno de los últimos molinos de millo de la isla. Se puede visitar el interior, es un poco estrecho, sobre todo la parte de arriba en donde se encuentra el mecanismo.
Me quedé con Álex y Elena aprovechó para hacer fotos mientras le acompañaba Éric. El más peque de la familia se durmió y les esperé junto a la entrada desde donde se puede observar todo el jardín de cactus de Lanzarote y ver como algunos turistas hacían caso omiso a la prohibición de pisar la zona en la que están los cactus plantados.
Intentamos buscar un caché
A la salida de los jardines vimos que había cerca un geocaché. Cruzamos con cuidado la carretera y nos pusimos a buscar. A pesar de haber una foto haciendo spolier, no conseguimos encontrar el tesoro. Pusimos mucho empeño pero no tuvimos suerte.
Volvimos a los apartamentos Tabaiba para comer y remojarnos en la piscina. Por la tarde queríamos visitar el sur de la isla para ir hasta Dive College Lanzarote. Le habíamos regalado a Elena en su cumpleaños una inmersión en el museo atlántico e íbamos a ir a contratarlo.
Más cerca del Museo Atlántico
El museo Atlántico no lo puede visitar cualquiera. Debes tener un título de submarinista para poder sumergirte en las aguas que cubren las estatuas que el artista Jason deCaires Taylor realizó. Sin duda una experiencia fuera de lo habitual.
Elena tiene el título de submarinista, el problema es que se lo sacó ¡hace 19 años!. hacía muchos años que no hacía ninguna inmersión. Teníamos previsto que antes hiciese una inmersión para recordar conceptos. La gente del centro alucinó con su carnet cuando lo mostró.
Después de las risas quedamos en que al cabo de 2 días haría la inmersión de refuerzo y al cabo de 4 la del Museo Atlántico. Todo estaba programado y no había vuelta atrás. Elena estaba muy ilusionada por volver a hacer submarinismo.
Playa Flamingo
Nos acercamos a la cercana playa Flamingo para refrescarnos. Cogimos nuestra sombrilla roñosa que habíamos comprado por 8€ en Costa Teguise y fuimos a la playa. El sur es muy turístico como suele ser en las Islas Canarias, había bastantes turistas extranjeros.
Pasamos una tarde a pesar del viento, que nos arrancó la sombrilla de lo que pensábamos eran uno sólidos cimientos, no fuimos los únicos. Éric como siempre buscando conchas. Álex también disfrutó de la tarde de playa a su manera 🙂
Cuando ya empezaba a ser un poco tarde decidimos volver hasta el apartamento para cenar y descansar. Al día siguiente queríamos visitar el Parque de Timanfaya.