Nuestro autobús hacia San Carlos de Bariloche salió a las 23.00 de El Chaltén. Por delante teníamos 35 horas de viaje por una carretera de ripio, es decir, tierra y piedras. Nunca habíamos realizado ninguno de nosotros un viaje tan largo en este medio de transporte y no teníamos otra opción.
Un viaje largo desde El Chaltén hasta Bariloche
Antes de viajar a Argentina nos habían dicho que los autobuses son geniales y tienen la opción de ir en cama, con asientos muy anchos que se reclinan del todo, de modo que puedes ir durmiendo si lo deseas. En esta ocasión nuestro gozo en un pozo, este tipo de autobuses no existen en este recorrido. Nos tocó viajar en uno normal y corriente, un pelín cutre y con los asientos que se inclinaban lo normal. En fin, no nos quedaba otra así que emprendimos el viaje con toda la paciencia posible a través de la Ruta 40 para ir desde el Chaltén a Bariloche.
Durante el trayecto nos pasó de todo. Pinchamos una rueda por lo que estuvimos un rato parados y como nos lo tomamos con humor nos liamos a hacer fotos hasta que nos obligaron a subir de nuevo al bus. Tomamos un desvío absurdo pasando varias veces por la misma población por lo que perdimos unas 4 horas. Paramos otras 4 veces en los sitios más recónditos de la Ruta 40, incluida una granja donde tenían un montón de animales pero todo cachorros y hacían pasteles caseros buenísimos. Por la noche nos pusieron tres películas seguidas de gladiadores a todo volumen, hasta que nos quejamos. Las que estaban en castellano estaban dobladas en mejicano por lo que a nosotros se nos hizo un poco cómico, sería la falta de costumbre.
Llegamos a San Carlos de Bariloche desde el Chaltén
Por fin, con el cuerpo entumecido después de las prometidas interminables 35 horas llegamos temprano a Bariloche desde el Chaltén. Estábamos reventados, pero lo peor había pasado, se nos hincharon los pies a todos. Cogimos dos taxis y fuimos al alojamiento que habíamos reservado, La Bolsa de Deporte. Alojamiento aparentemente muy chulo hasta con un pequeño rocódromo para los fanáticos de la escalada.
Nuestro alojamiento en Bariloche nos deja tirados
Cuando llegamos desde el Chaltén nos dijeron que no encontraban nuestra reserva en Bariloche y nos tenían que o bien colocar a los 6 en habitaciones diferentes, o bien llevarnos al alojamiento de un colega donde nos podrían meter a los 6 en la misma habitación. Después de sopesarlo y con disculpas reiteradas de la dueña, nos acercaron al Hostel Las Moiras. Nos alojaron por el mismo precio que habíamos acordado en La Bolsa de Deporte, 35 pesos. El Hostel Las Moiras está muy bien situado, en pleno centro junto a la plaza donde se encuentra el Centro Cívico. Además el alojamiento está muy bien, con diferentes salas comunes, cocina e internet gratis.
San Carlos de Bariloche es una localidad muy diferente al resto de Argentina. Lo comparan con Suiza, yo no se si hay mucha comparación, pero sí es cierto que la arquitectura no tiene nada que ver con el resto. Hay Casitas de piedra y madera, está rodeado de montañas donde en invierno se practica el esquí. En el lago Nahuel Huapi se realizan múltiples actividades. Además es la capital del chocolate, por lo que los golosos tienen su paraíso aquí.
Nos acercamos a Playa Bonita
Después de alojarnos nos fuimos a comer algo y dar una vuelta por la localidad. Teníamos los pies muy hinchados por tantas horas de viaje. Decidimos ir a Playa Bonita a meter los pies en el lago. Esperábamos a ver si de ese modo por lo menos calmábamos la incomodidad de tener patas de elefante, una sensación muy desagradable.
Los colectivos o autobuses en Argentina funcionan de una forma muy especial, no sabes exactamente dónde se sitúan las paradas y los horarios y recorridos cambian. Es una pequeña odisea llegar a cualquier lado. Conseguimos llegar a nuestro destino y aguantando el agua helada del lago, nos relajamos disfrutando del paisaje.
Por la noche fuimos a parar al Wilkenny Irish Pub, un pub muy agradable donde aparte de buena cerveza sirven unos licuados de fruta buenísimos. Tiene un pequeño escenario con espectáculos. Lo utilizan los fines de semana y esa noche nos sorprendió un cliente cuando salió al escenario y tocó varios tangos.
También se puede escalar en Bariloche
El día siguiente lo dedicamos a la escalada en Bariloche, en el Chaltén también estuvimos haciendo Boulder. Después de mucho esperar el colectivo y con algún accidentado. Jaume haciendo el mono en la parada terminó con una herida en la pierna, conseguimos subir a uno. Pasamos por la periferia de Bariloche que desde luego no tiene nada que ver con la aparente riqueza de la ciudad.
Llegamos a las paredes de escalada. El sitio está bastante bien y las vistas son muy bonitas. Se ve el Lago Gutierrez desde arriba y enfrente el Cerro Catedral. Cuando ya llevábamos bastante rato en las paredes de escalada, algunos decidimos bajar al lago. La idea era meter los pies y tomar algo fresco, al final lo conseguimos. Lo que no nos imaginábamos es que el acceso al lago estaba bastante lejos desde donde nos encontrábamos. Caminamos al sol y por una pista de arena donde se nos hundían los pies. Cuando por fin llegamos al lago además de meternos rápidamente en el agua, conseguimos oscurecerla con toda la guarrería que llevábamos encima.
Todos reunidos volvimos al Hostel. Nos pusimos guapetones, por lo menos nos duchamos. Después de cenar fuimos a un local que nos habían recomendado, La Cantina, donde ponen Rock y Reggae. Estuvimos haciendo tiempo en un pub enfrente hasta que abrieron y luego fuimos a probar el famoso local.
El lugar nos gustó. Para entrar nos pidieron a todos la documentación para comprobar que éramos mayores de edad. A estas alturas a algunos les hizo mucha ilusión (además de gracia) así que con una sonrisa entramos. Al que le guste el reggae este es su sitio. Estuvimos un buen rato y luego nos retiramos a descansar.
Nos separamos en Bariloche
El último día En San Carlos de Bariloche por la mañana hicimos una pequeña excursión a Cerro Campanario, nos lo habían recomendado. Se puede subir de dos formas o bien en telesilla, o bien andando. Nosotros como siempre, fuimos caminando y aunque es bastante más cansado merece la pena porque la vista es estupenda. Desde la cima del Cerro Campanario tienes una vista privilegiada, se ven todos los lagos y montañas alrededor con una visión panorámica de 360º, es genial.
Después de bajar de Cerro Campanario nos despedimos del grupo. Quim y yo nos fuimos a Puerto Madryn ya que uno de mis sueños era ver ballenas, Isaac, Jaume y Nuria se quedaron unos días más en San Carlos de Bariloche y Angele se fue a Buenos Aires donde tenía unos amigos. Nos entristecía después de tantos días juntos, pero nos volveríamos a reencontrar al cabo de 3 días en Buenos Aires.
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