Aprovechando las actividades organizadas por la Agencia Catalana de Turisme. Nos apuntamos para realizar algunas de ellas en Tarragona en la comarca de la Conca de Barberá. Un fin de semana intenso en el que disfrutamos toda la familia de algunas de las propuestas que nos ofrecían en la zona. Bajo el lema «Catalunya, Hola Familia» con el Hashtag #CatHolaFamilia. El primer día conocimos la Cueva de la Espluga de Francoli.
Nos vamos a La Espluga de Francolí
Para estar frescos y empezar con todos los sentidos salimos el viernes de camino a la Espluga de Francolí en Tarragona y dormimos en el pequeño y tranquilo pueblo de Fulleda. Después de algunas quejas porque no llegábamos nunca al final lo conseguimos. Casi nos quedamos atascados en una de las pequeñas calles del pueblo y eso que nuestro coche es pequeño. Al día siguiente descubrimos las calles anchas, dichoso GPS…
Cueva de L’Espluga de Francolí
El sábado, nuestro primer objetivo era el Museo de las Cueva de L’Espluga de Francolí. Teníamos la visita guiada a las 11h y puntuales como los trenes ingleses allí nos presentamos. Habían muchas familias dispuestas a disfrutar igual que nosotros. Todos juntos nos dirigimos a la entrada de la cueva preparados para viajar en el tiempo y adentrarnos en una de las 7 cuevas de conglomerado más grandes del mundo.
Una vez en el interior descubrimos que es bastante grande en dimensiones. Con un vídeo de presentación nos llevaron miles de años atrás para que pudiéramos imaginar cómo podía haber sido la vida en aquella época. Hay diferentes zonas con representaciones en las que pudimos ver como podía haber sido el día a día. Comida, costumbres, caza, ritos fúnebres, herramientas, etc…
El recorrido nos llevó del Neandertal al Homo Sapiens para acabar en la época de los Íberos. La visita concluye con un video en el que nos muestran como se formaron estas espectaculares cuevas. Una vez en el exterior vimos una recreación de unas casas del Neolítico medio. Además la cueva de l’Espluga de Francolí ofrece una visita de aventura en la que acompañados de un guía de espeleología se puede explorar más la cueva, una experiencia que seguro debe de ser insólita.
Monasterio de Poblet
Con ganas de disfrutar más de la zona nos dirigimos al Monasterio de Poblet, donde a parte de disfrutar de la increíble abadía cisterciense teníamos reserva en el Restaurant Bossería. A parte del buen trato del personal pudimos disfrutar de un espectacular menú con productos de calidad y muy variado que nos complicó la elección.
Después de una ensalada de la huerta muy buena, pudimos saborear un entrecot al roquefort y cordero cocinado a baja temperatura. Éric devoró dos pechugas de pollo rebozado que probamos y estaba muy bueno. De postre una porción de tarta de chocolate y otro postre de miel y mató, sin duda un gran acierto. Mientras disfrutábamos de los diferentes platos, en el exterior llovía.
Empieza a llover en el Monasterio de Poblet
Uno de los objetos que acostumbramos a dejarnos casi siempre es el dichoso paraguas. Fuera Éric con el chubasquero protegiéndole de la lluvia se dedicaba a pisar charcos e investigar. Elena que iba mejor preparada fue a buscar un paraguas a la tienda de souvenirs. Creo que debe de ser en estos momentos cuando se deshacen de ellos. También se acercó a por otro calzado y calcetines para el explorador, que ya tenía los pies más mojados que Bob Esponja.
Cómo teníamos tiempo decidimos visitar la iglesia del monasterio de Poblet. Éric prefería seguir investigando para descubrir caracoles que habían salido a la llamada de la lluvia. Cuando salí le tocó entrar a Elena, Éric decidió que quería ir tras sus pasos. La música del órgano del interior de la iglesia estaba más alta que cuando entré yo, creo que he estado en discotecas con el volumen más bajo.
¿Qué ocurre cuando te sorprende la lluvia y te acabas de comprar un paraguas? que al poco rato deja de llover y no solo eso, ¡sale el sol! Así que nos subimos al coche para volver al museo de L’Espluga de Francolí ya que Éric iba a participar en un taller de prehistoria y tenía muchas ganas.
Taller de Prehistoria en el Museo de la Espluga de Francolí
Ramón, el monitor, dirigió al grupo a recoger cada uno unas pequeñas baldosas donde posteriormente realizarían sus pinturas rupestres. Antes de pintar las baldosas, con la ayuda de los pequeños colaboradores nos mostró cómo sería una pequeña cabaña con palos y pieles de animales.
Más tarde nos adentramos en otra cueva cercana en dónde de una manera muy amena y divertida les fue explicando como conseguían hacer fuego, cazar, confeccionar sus herramientas y realizar las pinturas en las paredes, siempre con la colaboración de los peques.
En la misma cueva, sobre unos troncos a modo de mesa, cada uno pudo hacer su particular dibujo sobre la loseta que habíamos estado cargando, así concluimos el taller. Éric quería hacer un mamut, pero terminó siendo un desastre más parecido a una araña rara…. ¡Había que intentarlo!
Cómo nos faltaban algunas cosas nos acercamos a un supermercado en el pueblo. Luego cansados de un día intenso volvimos a nuestro alojamiento a descansar y prepararnos para el día siguiente que aún nos esperaban más sorpresas.