Isla de Santiago vuelta a Praia

Seguimos en la Isla de Santiago. Hemos pasado una noche en Tarrafal en el otro extremo de la isla. La verdad es que nos quedamos con ganas de conocer mejor esta isla. Llegamos a Praia con el cuerpo aplastado tras un trayecto en aluguer en el que iban más personas de las que nunca hubiéramos imaginado. Éric estaba deseando meterse en la piscina de Vivienda Viviani.

La piscina de Viviani en la Isla de Santiago
La piscina de Viviani

Como no podía ser de otra manera, nos pasamos un buen rato chapoteando y refrescándonos en la piscina. Estábamos como en nuestra casa y no nos podíamos imaginar otro alojamiento en esta ciudad.

Película para pagar en la Isla de Santiago

A la hora de la cena no íbamos a innovar. Bajamos al centro comercial Praia Shopping para cenar en la terracita de siempre junto al mar. Viendo como rompían las olas, no podía ser mejor la despedida de la isla de Santiago, o sí. A la hora de pagar llegó la sorpresa, no les funcionaba el datáfono y a estas alturas íbamos más que pelados de efectivo, así que ningún problema, plan B.

Barcas de pescadores
Barcas de pescadores

Plan B

Estábamos en un centro comercial con cajero automático. Fuimos a sacar  dinero y surgió el siguiente problema, el cajero se había tragado la tarjeta de la mujer que estaba delante y aunque ella nos animaba a meter la nuestra, no nos pareció el mejor plan. Finalmente otro hombre lo intentó y más de lo mismo. Entró en acción el plan C.

Esperando en el restaurante en la isla de Santiago
Esperando en el restaurante

Plan C

El camarero nos dijo que subiendo unas escaleras frente al recinto, había una zona con otro cajero. Era de noche, en una ciudad donde no se cansan de decirte que como turista te muevas en taxi. Quim decidió que era más chulo que un ocho y un rato después volvió con el dinero y con una sudada del quince. En lugar de ir en taxi decidió que era mejor subir las escaleras corriendo y así eludir el peligro, sin comentarios.

Volviendo de sacar dinero
Volviendo de sacar dinero

Con la anécdota del día, nos fuimos a dormir, al día siguiente nos esperaba una larga vuelta a casa.

Nos vamos de la Isla de Santiago en Cabo Verde

Desayuno como Dios manda en Vivienda Viviani donde su mujer había pedido un taxi para nosotros a las 9h. Esta vez sí llegó puntual, nos despedimos con todo el cariño de Viviani y rumbo al aeropuerto. En el aeródromo hay chavales que vienen rápidamente para ayudarte a bajar las maletas y así ganarse unas monedas. El problema es que hubo demasiado ímpetu y al abrir el maletero se cargaron un embellecedor del coche, el taxista con un enfado monumental y nosotros en plena bronca decidimos coger las cosas y poner rumbo a facturación.

Faro María Pía en la Isla de Santiago
Faro María pía

La terminal de Praia en la Isla de Santiago era un caos. Nada más entrar una cola eterna, con cara de susto fuimos a descubrir si era la nuestra. Por suerte no lo era y nos atendieron en los mostradores casi sin esperar. Siguiente trámite, control de pasaportes tras el cual Quim se dio cuenta que no nos habían dado el resguardo del carro, así que le tocó volver a por él. Tras nuestra experiencia en Marruecos donde nos perdieron el carro precisamente por no poner resguardo, ya estábamos escarmentados.

Chicos jugando en la playa en Praia
Chicos jugando en la playa en Praia

La zona de embarque también estaba saturadísima, casi no había sitio y la gente se sentaba por el suelo o donde podía. Éric se empeñó en que quería unas patatas de la máquina. ¡Oh problema!, seguíamos sin efectivo, solo euros. Tras un periplo por las tiendas sin conseguir cambio, por el restaurante, etc, un alma cándida nos dijo que junto a la máquina solía haber una mujer que cambiaba. ¡Y bingo! ahí estaba, por fin conseguimos las preciadas patatas.

Esperando en el Aeropuerto en la Isla de Santiago
Esperando en el Aeropuerto de Praia

El ritmo lento continuó, característica de Cabo Verde. Tras llamar al embarque aun tardaron un montón en atender y luego en el avión nos tuvieron bastante rato esperando. El embarque anterior llevaba cerca de una hora en el avión y se quedaron allí cuando despegamos de la Isla de Santiago.

Alejándonos de la Isla de Santiago
Alejándonos de la Isla de Santiago

Transfer en Lisboa caótico

Con una hora de retraso llegamos a Lisboa. Suelo europeo, pero eso no significaba que todo fuese más sencillo. Para hacer el transfer hay unas máquinas automáticas, pero ojo si vas con niños no valen. Prefieren que en ese caso las familias con críos hagan una larga y lenta cola, con los niños dormidos en brazos. Cuando llegas al control los policías tienen que aguantar unas caras de lo más alegres. Cuando por fin nos tocó a nosotros, se lo dijimos al policía y él nos contó que desde la crisis están así, que es una vergüenza y que no había manera de ampliar personal, un único policía para atender a todos.

Viajar con niños en avión
Adaptándonos al espacio

Llegamos a la puerta de embarque y de nuevo todo se torció, no había llegado el avión, otro retraso. Con toda la paciencia que teníamos, Quim y Éric fueron a buscar algo de cena. Por suerte se les olvidó y no nos cobraron los 4 eurazos que costaba una botellita de agua… ¡como se les va la olla!

Por fin comenzó el embarque. Pasaron los primeros pasajeros y al poco rato les hicieron salir del finger. Momentos de desconcierto y al rato anunciaron el cambio de puerta….en la otra punta del aeropuerto. La gente ya se reía, de esas ocasiones que es mejor reírse que montar un pollo. Al rato conseguimos llegar y ¡oh sorpresa! más retraso en el embarque.

Sobrevolando Lisboa
Sobrevolando Lisboa

Para poner a prueba nuestra paciencia se pusieron en plan borde, un solo bulto por persona. Con la gente tan enfadada parecía que les apetecía seguir tocando las narices. Nos escaqueamos pasando por detrás de la azafata mientras revisaba a otros pasajeros, conseguimos subir al avión. Eso sí, asientos separados cosa que tampoco entendimos porque había sitio más que de sobra, qué más nos podía pasar…

Éric se durmió reventado de tanto ajetreo y una azafata nos obligó a despertarle para ponerle el cinturón para aterrizar. Tenía razón con el cinturón, pero la verdad es que a veces no te lo ponen nada fácil. Le sentamos y el pobre ni se despertó.

Nos vuelven a perder el carrito…

¿Y qué más nos podía pasar?. Llegar a Barcelona tarde, cansados, con retraso y cargados con un niño dormido de 18 kg en brazos y que ¡te hayan perdido el carro!…sí, otra vez. Resignados y cabreados fuimos con el resto del equipaje a por un taxi. De nuevo una cola enorme (se acabaron las preferencias por ir con niños). A pesar de todo por fin llegamos a casa.

Última cola para embarcar
Última cola para embarcar

La vuelta fue un caos, nos quedamos con todo lo bueno que nos ha dado este viaje. La conclusión es que ha sido una experiencia genial, es un país muy recomendable. ¡Ahora toca pensar en nuestro próximo destino!

Si quieres viajar a Cabo Verde te dejamos algunos consejos basados en nuestra experiencia por este precioso país.

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