Cuando estábamos mirando la ruta para pasar una semana por Francia decidimos visitar Rocamadour. No dudamos ni un momento que debíamos hacer una incursión en este pueblo en el que el peregrino tiene una parada obligada a la villa colgada en las rocas. Es el segundo lugar más visitado del país Galo.
Abandonamos Toulouse para volver a la carretera y recorrer los casi 170 kilómetros que nos separaban de Rocamadour, la mayor parte del recorrido lo realizamos por autopista.
Llegamos a Rocamadour
Cuando llegamos a Rocamadour aparcamos en zona azul junto a la oficina de información turística. Descubrimos que los primeros 15 minutos son gratuitos, hay que sacar el tiquet en la máquina, los necesarios para conseguir informarnos para visitar Rocamadour.
Por suerte la mujer que nos atendió hablaba español, menos mal ya que nuestro francés es bastante mediocre. A parte de la información sobre el pueblo, nos recomendó visitar la Gruta de Padirac. Nos lo grabamos a fuego para ir al día siguiente ya que la Gruta de las Maravillas que está junto a la oficina es mejor sacrificarla por la de Padirac si tienes poco tiempo como nosotros.
Comer en Rocamadour
Nos acercamos al restaurante L’Esplanade, donde comimos bastante bien, desde aquí las vistas del pueblo son privilegiadas. Con muchas ganas de visitar Rocamadour nos dirigimos a nuestro alojamiento el Hotel Amadour que está muy cerca del restaurante.
Descubrimos para gran alegría de Éric una cama elástica en el camping Le Paradis junto al aparcamiento del hotel y no dudó ni medio segundo en subirse a pegar saltos como si no hubiera un mañana. Aprovechamos para llevar los trastos a nuestra habitación cuando abrieron la recepción, nos costó bastante separar a Éric de su sesión de saltos.
Recorriendo Rocamadour, camino de las cruces
Teníamos ganas de visitar Rocamadour, así que nos dirigimos al aparcamiento que hay junto al funicular subterráneo, no me he equivocado. Este pueblo está construido sobre una de las paredes del Valle de L’Alzou. Queríamos entrar en el Castillo de Rocamadour, pero la única manera de hacerlo era pasando por un torno automático previo pago de 2€ en una sola moneda y como no disponíamos de cambio lo dejamos para el día siguiente.
Comenzamos el descenso a través del camino de la cruz, que transcurre en zig zag entre árboles, hay una capilla en el interior de una gran cueva. Los peregrinos desviaron el Camino de Santiago para pasar por esta preciosa villa.
Santuario de Rocamadour
Cuando llegamos al final del camino, aunque en realidad para los peregrinos es el inicio. Nos encontramos con un Santuario y tras cruzar la puerta de Saint-Martial atravesamos un túnel en el que hay placas donadas por los peregrinos en las paredes dando las gracias.
Salimos a una pequeña plaza desde la que se puede acceder a las 7 capillas que forman el Santuario. Nosotros entramos primero en la más grande la Iglesia de San Salvador y por una puerta que hay en el interior accedimos a la de Nuestra Señora de Rocamadour, que alberga una Virgen Negra. La capilla nos llamó la atención por los colores provocados por la iluminación.
Seguimos visitando el resto de los Santuarios mientras jugábamos al escondite con Éric que ya se empezaba a aburrir de tanta seriedad y silencio. Abandonamos el Santuario y descendimos a través de los 216 escalones que conducen al pueblo.
Visitar Rocamadour a última hora
Ya eran casi las seis de la tarde y empezaban a cerrar los comercios y queríamos tomar algo sobre todo por la merienda de Éric. Intentamos hacerlo en un local que nos dijeron que no nos iban a servir nada de cafetera porque cerraban. Les compramos unas pastas y nos sentamos en la terraza del bar junto a una pareja de turistas que tuvieron la misma suerte que nosotros.
Nos dimos cuenta para nuestro horror que estaban cerrando el ascensor que era nuestra vía de retorno al parquing. Rápidamente entendí y asumí (Quim) que mi destino estaba escrito en cuanto vi la cara de Elena. Inmediatamente me convertí en peregrino y volví sobre nuestros pasos en solitario buscándome a mi mismo, bueno al coche.
Después de reencontrarnos todos, pasamos por el hotel y Éric como no, por la cama elástica, donde coincidió con dos peques de Madrid con los que en seguida congenió y un bebé de una familia francesa. Los cuatro se lo pasaron en grande y no pararon de saltar durante una hora, no exagero.
Cenar cerca de Rocamadour
Después de tanto ejercicio y ante la poca oferta de restauración a un precio asequible, vimos en Tripadvisor que a unos 10 kilómetros en el pueblo de Gramat hay una pizzería italiana In Bocca al Luppo, en donde comimos muy bien.
Después de cenar abandonamos el desierto pueblo de Gramat, solo eran las 21:30, pero los horarios en Francia son diferentes, tenerlo en cuenta, comen y cenan antes. Nos retiramos a nuestros aposentos ya que al día siguiente seguiríamos disfrutando de esta preciosa zona.
Me encanta el paisaje. Sin lugar a dudas plantearemos escapada próximamente. Gracias por la información chicos.
Nos ha sorprendido mucho la zona y tendremos que volver con más tiempo para explorarla, sobre todo fuera de temporada, ya que hemos visto que tiene muchísima afluencia en temporada. Saludos!