Íbamos a visitar la Pagoda del Perfume. Nuestro día comenzó pronto, para variar, habíamos desayunado rápido porque a las 8h se suponía que nos venían a buscar al hotel. La verdad es que otra cosa no, pero hasta ahora siempre habían sido muy puntuales, así que nos empezamos a preocupar cuando a las 8:15h no había aparecido nadie. Ya pensábamos que nos quedábamos sin conocer la Pagoda del Perfume.
¿Conseguiremos ir a la Pagoda del Perfume?
Mientras esperábamos estuvimos charlado con unos españoles y unos argentinos que dormían en el mismo hotel. A las 8,30h ya teníamos claro que era demasiado tarde y llamamos a la agencia. La chica nos dijo que a las 8h habían pasado por el hotel y que no estábamos, le hemos explicado que eso no era verdad. Caminamos hacia la agencia donde habíamos contratado la excursión, imaginando que habían ido al otro edificio, ya que nuestro hotel tiene dos y se llaman igual para diferenciarlos.
Efectivamente, nuestra sospecha se había confirmado. Con la chica de la agencia subimos a un taxi hasta que alcanzamos a nuestro minibús y por fin nos pusimos en marcha. Al final siempre pasa algo y eso que esta vez lo habíamos cogido organizado para evitar movidas.
Desde Hanói a la Pagoda del Perfume
El camino como siempre de cabras, 2h para hacer el trayecto por carretera que es nada más y nada menos que de 60 kilómetros. Pero bueno, ya estábamos acostumbrados a estos contratiempos. Al llegar nos hicieron subir a unas barcas parecidas a las de Tam Coc, pero con más gente. La pobre remera tenía más curro, navegamos 1 hora hasta llegar a la Pagoda del Perfume.
Llegamos a la Pagoda del Perfume
Nada más bajar de las barcas nos colocaron unas latas de bebida en la mano, con la consiguiente petición de dinero por las mismas. Entre la confusión sin saber muy bien dónde ir, por fin todo el grupo se fue juntando. La Pagoda del Perfume es bastante bonita, en realidad es un complejo con varias pagodas y todas son preciosas. Aunque no hay demasiada diferencia entre ellas pero el ambiente es muy curioso y disfrutamos paseando por ellas.
Al terminar esta primera visita había llegado el momento de la comida. Nos juntaron a todos en una mesa que parecía de boda, por lo larga que era. Trajeron platos típicos vietnamitas, es decir arroz, arroz y más arroz, junto con spring rolls, pescado, pollo y unas hierbas un poco raras que aquí están en todas partes y son parecidas a las algas.
Durante la comida hicimos amistad con un alemán muy majete y dos vietnamitas muy colgadas. Por lo que vimos las turistas vietnamitas eran muy divertidas. Ellas no paraban de hacer fotos a todos y animar el grupo, la verdad es que pasamos un día divertido con ellas.
La Cueva Vi Pham
La visita continuó subiendo a un funicular que nos llevaría hasta la cueva Vi Pham. Para acceder tienes que bajar unos cuantos escalones de piedra y llegas a una bóveda donde viven los monjes, o por lo menos hacen gran parte de su vida allí. Incluso tienen una zona con ropa tendida y camas. Entrando en la cueva Vi Pham llegas a otra bóveda donde en esta ocasión había un altar. Disfrutamos de un rato de tranquilidad escuchando los rezos de los monjes y de la gente que les acompañaba.
La bajada hacia la Pagoda del Perfume la realizamos caminando y es una pena lo poco cuidada que tienen la zona. Todo el recorrido que no es poco, está rodeado de puestos de regalos y encima todos venden lo mismo (cosas a cual más fea). A eso hay que añadir la costumbre de los vietnamitas de tirar todo al suelo, por lo que puedes imaginar cómo está todo de porquería. De modo que convierten un sitio y un recorrido preciosos en un paseo rodeados de desperdicios. En esto todavía tienen mucho trabajo por delante.
De vuelta a Hanói
De vuelta al embarcadero subimos a nuestras respectivas barquitas y volvimos poco a poco hacía el bus, con el sonido de los remos y los pájaros de fondo. El camino de vuelta en el bus fue más de lo mismo, pero esta vez el conductor debía tener prisa porque iba a toda leche. Cogiendo los baches sin remordimientos y haciendo que los pobres guiris que iban sentados atrás fueran botando en los asientos y en alguna ocasión dando con la cabeza en el techo, de nuevo un bus hecho para tamaño vietnamita 😀
Paseando por Hanoi buscando un sitio para cenar encontramos la sorpresa del día, se llamaba restaurante «La Salsa». Entramos de cabeza cuando vimos en el menú que servían tapas españolas. Casi un mes sin probar nuestra comida, te aseguro que hace que la eches muchísimo de menos. Disfrutamos como locos cuando nos han trajeron las bravas, aceitunas, albóndigas y alitas de pollo…mmmmmmmmmmm.
Estaban buenísimas, se notaba que el dueño era español. Estuvimos hablando con él y era un tío bastante majo. Así que ya con el estómago contento y nuestras sonrisas más radiantes, fuimos callejeando hasta nuestro hotel íbamos a descansar para preparar el día de mañana.
Qué más ver en Hanói
En Hanói hay mucho por ver, en nuestro blog podrás ver todo lo que hicimos en la capital de Vietnam. Una cultura muy interesante que no debes perderte.