Camino de Antalya. La noche en autobús terminó siendo un desastre. Era lo que esperábamos cuando nos dimos cuenta que nos habían engañado con el bus. Descansamos como pudimos, con un calor de narices porque no pusieron el aire y con una parada super corta para tomar algo. Solo bajaron Nuri y Quim, yo no me encontraba muy bien de la barriga. Al final la única que consiguió dormir fui yo, así que cuando llegamos mis compis de viaje echaban humo.
Llegamos a Antalya
Al llegar a la estación de autobuses nos dirigimos a la parada del bus número 93. Es el que iba al centro de la ciudad. Antalya es bastante grande, mucho más de lo que esperábamos. El autobús hizo unas 250.000 paradas, en cualquier lugar ya que no hay muchas paradas y la gente se pone en cualquier punto del recorrido y directamente hacen parar el vehículo cuando pasa.
Alojamiento en Antalya
Nos dirigimos al casco antiguo para buscar un alojamiento. Nada más llegar nos encontramos con un hombre lapa bastante pesado que nos fue insistiendo todo el recorrido para que nos quedáramos en su hostal. No nos daba buen rollo. Al cabo de bastante rato se cansó y continuamos más tranquilos nuestro camino. Nos encontramos un hombre alemán muy agradable que sin agobios habló de su hostal, al final le seguimos y resultó ser una buena opción, el precio bastante bien y una habitación para nosotros solos con baño, así que encantados. Se llama Pensión Rosayana.
Después de una ducha y una merecida siesta nos pusimos en marcha para buscar un sitio para comer. El inconveniente de la zona donde está el hostal es que todos los restaurantes son bastante caros así que tuvimos que dar un buen paseo hasta que encontramos un sitio que se ajustara a nuestra economía.
De visita por la ciudad
El centro de Antalya es bastante chulo, pero al ser tan turístico te cobran casi hasta por respirar. Al final siempre terminas encontrando un término medio que te permite disfrutar de la ciudad. El día nos lo tomamos en plan relax, haciendo planes para los días siguientes y pensando en la playa y el Hamman del día siguiente.
Paseando por la zona antigua paramos en una terraza muy chula en la que no había nadie. Al rato se acercó un camarero, un tío muy colgado que parecía que se había fumado algo. No le quitaba ojo de una tele portátil y se reía sin parar. Se llamaba Oli y estuvimos un rato charlando con él. Fue un momento bastante divertido.
Cuando ya nos íbamos nos enseñó la tele, estaba viendo una película turca antigua que nos recordaba a Louis de Funes y se partía la caja explicándonos la película y las chorradas que hacían. Nos lo pasamos tan bien que nos fuimos pensando en volver, al día siguiente iríamos a un Hamman en Antalya.
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